Abre los Ojos
Hay veces que, aunque
doloroso, es bueno abrir los ojos ante la realidad de las situaciones. Especialmente cuando de aquellos que nos
rodean se trata. A veces uno peca de
poner a las personas en un pedestal y darles muchísimas oportunidades, cuando,
si se vira la tortilla, no tienen la misma cortesía para con uno.
No estoy hablando de
hombres, estoy hablando de toda aquella persona con la que uno interactúa y le
ofrece su amistad.
Cuando uno decide ser amigo
de alguien (al menos yo), no lo hace por interés. No lo hago pensando en qué esta persona puede
aportar a mi vida más allá de apoyo, compañía y buenos momentos. Todos crecemos, todos evolucionamos, es un
hecho que nadie nunca, jamás, ever, va
a seguir exactamente el mismo patrón de vida, más no por eso los vamos a
rechazar.
Pero hay quienes se
concentran en la idea de lo que quieren que uno sea, y que a pesar de que uno da
el 95% se agarran del 5% en el que uno falla.
Tienen la audacia de decirle a uno cómo uno debe vivir su vida, pero que
no los toquen a ellos, porque ellos tienen la verdad en sus manos. Son Self
Righteous (no sé cómo decirlo en español). Son personas que andan con aires de suficiencia
moralista e intolerancia a las opiniones y comportamientos de los demás.
Son los que un día te
hacen algo, piden disculpas (o no), y hay que aceptarlo, pero no se lo hagas a
ellos, porque no hay perdón. Que se
atreven a regañarte y exigirte cómo te debes comportar para con ellos y hablan
de ettiquete o protocolos sociales, como
si ellos hubiesen escrito “Las Reglas”. Yo
en la vida me atrevería a decirle a alguien cómo ser conmigo, a menos que me
esté faltando el respeto inmensamente.
Lamentablemente, esto es
algo que no se acaba. Ni los estudios,
ni la edad, ni la experiencia les quitan las malas costumbres a las personas de
criticar y crear drama donde no lo hay, especialmente entre las mujeres.
Sinceramente, ¿no tienen
nada mejor que hacer? ¿La vida diaria no
les presenta suficientes problemas como para también querer crearlos donde no
los hay? ¿O es que no aguantan la
felicidad ajena?
Ya yo me cansé de cumplir. Me cansé de leer los textos en grupo y los chismes que se forman entre un montón de mujeres de más de 50 años que, al parecer, no superaron la adolescencia. Me cansé de celebrarle triunfos y logros a los demás, y que a los
míos reaccionen con un simple “Anjá…” o un “Ok”. Me cansé de estar pidiendo perdón por cosas
que no he hecho mal, sólo porque alguien dice que así no es, y de dejar de
decir lo que pienso para no herirles los sentimientos a los demás, cuando los
míos no los consideran.
Uno no es amigo de nadie por lo exitoso o no que sean en la vida, ni
porque uno espere algo de ellos, uno es amigo de la persona, de cómo es con
uno, independientemente de que sean ama de casa, profesional, and everything in between.
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