La "elite" puertorriqueña
Por ahí entre nosotros existe un grupo que se consideran una “clase social superior”. Yo me refiero a ellos como la “elite”, definido como un grupo de personas consideradas mejores dentro de una sociedad por su poder, talento o riqueza.
Los miembros de la “elite” son personas que son (o aparentan ser) adineradas, de “buena familia” y de “apellido” (lo que sea que signifique eso, porque apellido tenemos todos). Se les hace extremadamente fácil juzgar a los demás por su condición socioeconómica, creen que son dueños del mundo y se mezclan únicamente entre ellos para mantenerse dentro del mismo grupo.
Son los que cuando alguien está teniendo problemas económicos dicen: "Pues que trabajen. Si yo me quedara sin trabajo trabajaría en un Burger King”. ¡Mentira! Lo dicen porque creen que nunca les va a tocar estar en esa posición.
Hablan de “los cafres” en términos generales. Para ellos cualquier cosa que no se ve, escucha, huele, siente o suena como ellos automáticamente es “cafre”. Que conste, que hay gente que le queda muy bien el título de cafres, son cafres, vulgares, delincuentes, lo que sea, pero por como escogen comportarse. El error de la “elite” es que juzgan a todos indiscriminadamente por su apariencia, por la familia que les tocó tener o el entorno en el que les tocó vivir.
En palabras sencillas, se creen mejores que los demás.
Se lo creen porque no lo son.
Ustedes los conocen, se encuentran en todas partes. Son los que siempre están vestidos a lo último de la moda (se vea bien o no, si lo diseñó Louis Vuitton debe verse bien). Son los que tratan a la señora que limpia como ciudadana de segunda clase, a pesar de que sin ella vivirían en la porquería. Son los que te quedan de frente, te miran de arriba abajo, no te devuelven la sonrisa y siguen andando (a veces hasta después de que ya te los han presentado más de una vez). Pero no se sientan mal, no solo se lo hacen a los que están fuera de su círculo, se lo hacen entre ellos mismos, porque existen grados dentro de la misma “elite”. El hecho de que asistas a la misma escuela, vivas en la misma urbanización o frecuentes los mismos lugares no te da entrada inmediata en su grupo. No, no, no es mucho más complicado que eso.
¿Por qué se creen mejores? ¿Porque tienen mayor poder adquisitivo? Puede ser. Por lo demás son igual de capaces de ser tan brutos, crueles y puercos que cualquier otro. Más que nada pecan de ser ignorantes. No quieren abrir su mente y cambiar su manera de ver el mundo. Viven dentro de su realidad y con eso se conforman.
Cuando hablan de superarse, se refieren a todos los demás menos a ellos mismos. Usualmente lo utilizan como sinónimo de que era “pobre” y ahora es “rico”. Se les olvida que todos tenemos espacio para superarnos y que la superación no es sólo un cambio en estilo de vida, sino también la que se da internamente con un cambio en pensamiento.
Lo peor del asunto no es que se crean superiores, es que el resto de la sociedad les ha permitido creérselo. Vivimos en un país en el que unos le han aceptado esas actitudes de superioridad a otros, en que por tener X o Y apellido tienes unos privilegios, que donde se mueve el dinero se mueven los favores y, lamentablemente, se trata a unos que poseen estas cualidades de modo distinto que a cualquier hijo de vecino.
Especialmente cuando de justicia se trata. Lo vemos cuando un borracho atropella y mata a uno y lo que le dan es probatoria. Lo vemos cuando el hijo de uno aparece muerto en su casa y no aparecen los culpables.
Ésa es la crème de la crème de este pais.
Una cosa es que te haya tocado nacer en cuna de oro, otra es que seas incapaz de comprender las necesidades de los demás.
Somos de dónde venimos. Aprendemos lo que nos enseñan. Pero este criterio dura mientras lo permitamos. Podemos aceptar el estilo de vida al que estamos acostumbrados, pero también podemos modificarlo.
¿De qué valen los viajes alrededor del mundo si llegan igual? Lo que sucede es que para la “elite” estos viajes no se tratan de adquirir experiencias culturales o de crecer, de lo que se tratan es de demostrar que tienen la capacidad económica de ir a donde sea que fueron. Una vez allí no aprenden un carajo o si aprenden jamás se atreverán a decirlo porque se arriesgan a que los saquen del grupo.
Los 10 mandamientos
La conducta de la “elite” no solo se aprende en la casa, sino que se transmite en los colegios. Los colegios se han convertido en fábricas de monstruos. Son lugares donde además de enseñar ciencias y matemáticas, funcionan como una especie de burbuja donde se perpetúa la creencia de que existen unos mejores que otros. La gran mayoría de los colegios privados en Puerto Rico pertenecen a alguna entidad religiosa, pero, igual que con todo lo demás, la religión pasa a ser un accesorio, parte del conjunto que define quienes son como clase, no hay respeto ni devoción real.
A mí me tocó vivir los dos lados. Me crié en Guaynabo City, estudié en escuelas privadas, incluyendo una de niñas, de esas famosas por sus señoritas, pero vengo de una familia humilde donde me enseñaron valores. Por un tiempo pensaba igual que todas, vamos, soy humana, era lo que veía, era con lo que me rodeaba, era a lo que aspiraba, pero mis padres nunca permitieron que se me subieran los sumos y al día de hoy se los agradezco. Aunque me dio trabajo, aprendí desde bien temprano que no todos somos iguales y que tenemos que darnos la oportunidad de conocer al sin número de personas que comparten esta isla con nosotros, porque es como único vamos a crecer como personas.
Hablemos de esa famosa frase que tanto detesto: “Es de buena familia” Ojo con eso. No dicen que “la familia es buena”, como dicen es: “es de buena familia”. Es una frase que abarca unos conceptos generales de fachada para que aplique: papá, mamá, hijos y
Bullshit
Si vamos más allá de lo que se ve, estas “buenas familias” son un desastre. Están compuestas de infidelidades, hijos que detestan a los padres, padres que se reproducen únicamente porque lo dicta la norma, pero jamás han tenido el interés de verdaderamente involucrarse en las vidas de estas personas que trajeron al mundo más allá de lo superficial.
Déjenme decirles que de esa "elite" se oyen los peores cuentos. Hijos de profesionales, abogados “prominentes”, médicos, empresarios, bla bla bla, que le exigen a sus padres y los tratan como si no valieran nada, padres que condonan esta conducta porque lo que tengan sus hijos es el reflejo de lo que ellos producen y, por ende, de su status en la “elite”.
Son los que amarran a un perro del patio y lo dejan morir de hambre. Son los primeros que se meten de to’ porque son los que tienen el dinero para comprarlo. Van a las mejores escuelas y universidades que el dinero puede comprar y del mismo modo que entran los botan, la única diferencia es que papi y mami tienen los medios y las palas para rescatarlos y conseguirles admisión a la próxima. No aprecian las oportunidades que tienen, no reconocen el sacrificio de otros para que ellos estén donde estén, dan todo por sentado y nunca aprenden de sus errores porque todo se lo resuelven.
Aún cuando en algún momento se hayan vuelto “rebeldes”, hayan sido “hippies”, hayan salido con alguien fuera de su círculo, a la hora de la verdad todos vuelven al nido y al momento de casarse escogen a alguien de ese círculo que el resto de la “elite” apruebe. Les guste o no.
No me malinterpreten, no digo que todo el que tiene dinero o vive en cierto lugar, o se relaciona con cierta gente cae en mi definición de la “elite”, eso lo viví en carne propia cuando en la universidad me preguntaban donde había estudiado y me juzgaban antes de conocerme. Cuando digo “elite” me refiero a unos cuantos que sabrán identificar.
Miren, para empezar como que a algunos se les olvida que de puros no tenemos un pelo, estamos tos mezclaos. ¡Somos lo más sato que existe!
Puerto Rico es chiquitito, la mayoría de la gente no nos sabe ni identificar en un mapa. Quizás por ese complejo de pequeñez unos sienten que tienen que menospreciar a otros para sentirse grandes. No lo sé. Lo que sí sé es que existe, no es un secreto y es un ciclo vicioso que se pasa de generación en generación.
Pero una cosa les digo, aquellos que tienen la necesidad de esconderse detrás de un apellido, de un título, que no brillan por si solos, que para destacarse necesitan pisotear a los demás, lo que hacen es enmascarar una inseguridad muchísimo más grande y no tenemos nada que envidiarles.
Te felicito por haber hecho esto público. Mucha gente no se da cuenta y hay que cantárselas en la cara.
ResponderBorrarmuuy bueno!!!
ResponderBorrar"¡Somos lo más sato que existe!" ¡Palabras con luz!
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