¿La isla del encanto?

Hace un tiempo atrás salí con mi familia a comer pescado y pasar un rato tranquilo en la playa de Naguabo y jamás imaginé con lo que me iba a encontrar.

En el área donde tienen los kioskos de comida habían más de ocho perros (sin contar los que vi en el camino) realengos, hambrientos, sedientos, y lo peor de todo enfermos.  Los pobres tenían la piel seca, hinchada, y escamosa, y alguna que otra lanita de pelo, porque el resto se les había caído.  Las hembras todas estaban todas a punto de parir o recién paridas.  Ellos ni se atrevían a acercarse a uno lo más probable por miedo a recibir un golpe.  

¿Cómo se supone que uno coma tranquilo viendo a estos animales sufrir y velarte?  Al parecer a los únicos que nos quitó el apetito fueron a mí y mi familia, porque las demás personas que frecuentaban el lugar estaban de lo más tranquilos.  Es más, se pasean por allí con sus perritos con cadenita, vestidos y ni miran a los otros.  Eso no es querer a los animales, eso es show.  Si quisieran a los de ellos tanto como demostraban se preocuparían por los que estaban allí.  Yo también pequé de no hacer nada, porque aparte de darles agua y comida a unos cuantos no pude hacer mucho más.

Yo no sé en qué momento esta práctica se volvió popular y aceptada.
¿Saben dónde más se ven perros realengos por las calles?  En países pobres donde hay escasos recursos e ignorancia.  Pero aquí no se justifica porque bastante inteligentes y orgullosos que somos.
Los perros no llegan solos a la calle.  En su inmensa mayoría son perros que en algún momento tuvieron dueño y los botan.  Hay unos cuantos que nacen en la calle, pero de una camada puede que sobreviva uno, el resto llegan ya adultos.

Éste es el producto directo de comprar y/o coger perros por impulso.  Después el animal ensucia, rompe, se enferma y ya no lo quieren.  Entonces, se lo regalan a cualquiera o “salen de él”; Sinónimo: lo botan en la calle.  Para colmo, no están esterilizados o castrados porque el primero que los adquirió los quiso casar, sacarle críos y una vez en la calle se multiplican.  Es un ciclo vicioso.
La teoría de muchos es que ponerlos a dormir es más cruel que soltarlos en la calle, porque le estás quitando la vida innecesariamente, mientras que en la calle por lo menos viven.  Pero es que tirarlos a la calle es una sentencia de muerte.  ¡Peor!  Es una muerte lenta y dolorosa.  Van a morir ya sea por golpes, enfermedades o hambre.
Una vez alguien me dijo: “Eso es como decir que vas a poner a un deambulante a dormir porque está sufriendo en la calle”.   No es lo mismo, el deambulante, a pesar de que también sufre, es un ser humano que tiene la capacidad de valerse por sí mismo, el perro depende de otro.
Repito: Si no eres capaz de asumir el compromiso de tener una mascota, no la tengas.  Hay que pensarlo bien.  Ensucian, hacen ruido, rompen, se enferman, requieren de mucha atención y mucho dinero para estar saludables.
Este video lo grabó Selena Gómez durante un tiempo que estuvo grabando una película en la isla.  Demuestra lo que les estoy hablando, el problema de abandono y sufrimiento de los animales que se encuentran realengos por las calles y las playas de nuestro país.
Es indignante y nos debe dar vergüenza que esa sea la imagen que tenemos ante el mundo, que siendo tan afortunados de vivir en un paraíso permitamos que estas cosas sucedan.  Pero qué podemos esperar de un pueblo en el cual no pasa un día sin que haya un asesinato, donde la violencia doméstica es rampante y donde se matan niños a golpes.
Tenemos las prioridades bien fuera de orden.  ¡Abran los ojos!  Lo que nos hace mejores ni peores no es lo que tenemos, sino como nos comportamos.  Sólo cuando aprendamos a tratar a los animales aprenderemos a respetarnos unos a otros.

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