¡Qué lindo es Puerto Rico!
Se dicen tantas cosas negativas de Puerto Rico, que si la criminalidad, las drogas, los mantenidos. La verdad es que sí, son realidades con las que vivimos y no se pueden negar.
En toda esta confusión se nos olvida lo dichosos que somos de vivir en este pedacito de tierra. Piénsenlo bien. Nada más que con estar localizados en el Caribe nos ganamos la lotería.
Tenemos el mejor clima del mundo, playas hermosas que desde la montaña más alta en el centro de la isla lo más lejos que queda una es a una hora y un par de minutos, y la libertad de viajar el mundo entero.
Tenemos el mejor clima del mundo, playas hermosas que desde la montaña más alta en el centro de la isla lo más lejos que queda una es a una hora y un par de minutos, y la libertad de viajar el mundo entero.
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No me importa que la humedad les pare las greñas, 80 grados con humedad le ganan a 20 grados bajo nieve en cualquier liga.
Es triste como las peores cosas las decimos nosotros mismos. Siempre miramos para el lado como si lo que estuviera “allá” fuera mejor y hablamos de como si las cosas se ponen malas arrancamos y nos vamos. Yo lo he dicho mil veces. “Aquí ya no hay nada para mí”.
A cada rato peco de compartir todos esos artículos negativos, como el más reciente Fear and Loathing in the Island that Doesn’t Exist. Primero lo leí y dije: “¡Wow! Sí, sí, tiene razón. La cosa está mala, mala”. Después lo leí otra vez y me di cuenta de que lo que hizo fue barrer el piso con nosotros y yo aguantándole el recogedor. La autora, para empezar, no vive en Puerto Rico, todo el tiempo se refiere a Puerto Rico como “la isla que no existe” y por ahí sigue sarcásticamente mencionando todos nuestros defectos.
Entiendo que con cifras de asesinatos como los 1,136 del 2011 se nos haga difícil ver su encanto. Ni hablar de que en año nuevo hay que mirar los fuegos artificiales a través de una ventana (y cuida’o) por miedo a una bala perdida. Da coraje trabajar para pagar, pagar, pagar y no ver progreso alguno. Mas después que te fajas trabajando no poder salir a disfrutar de tus esfuerzos por miedo a que te asalten o, peor aún, a que te maten.
Pero cada vez que salgo del área metro, me monto en el expreso hacia el sur y me encuentro con esta única vista espectacular, se me olvida todo lo demás.
Hay que encontrar un punto medio en todo esto. No se trata de aferrarse a una bandera o de despreciarla, se trata de saber valorar lo bueno que tenemos y ser capaces de reconocer lo que no está bien. Amar nuestro pedacito de tierra no quiere decir que no podemos apreciar otros, eso no nos hace menos puertorriqueños. Pero para amar a los demás primero hay que amarse uno mismo.
Yo veo televisión americana, escucho música de todas partes, no tengo que ser la fan #1 de Cultura Profética para amar a mi isla.
Mas no importa cuántas veces lo vea, me emociono cada vez que veo “el palito de la autopista”.
Mas no importa cuántas veces lo vea, me emociono cada vez que veo “el palito de la autopista”.
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